ENTRE EL BULLICIO

Niña, ya tus ojos no brillan igual

ya tu voz no palpita entre cada sílaba,

ya no elevas el tono al decir algo bueno.

Niña tonta,

los destellos de tu espíritu se cuelan por tu cabello e irradian profunda magia.

Niña mala, nada volverá a ser como antes,

los segundos perecen cruelmente frente a tu rostro lívido,

y no te inmutas porque perdiste el sentido, porque nada es necesario ya,

el único anhelo desabrido que puedes sentir es el exilio de ti misma.

El dolor haciendo espacio profundo en tu costado,

no te rindas.

¡Por favor!

Entre el bullicio vislumbro un gran ser,

los rumores ventilados no eclipsan lo que veo en tu alma,

recuéstate en mi cama niña, nadie va a tocarte aquí,

aquí no te revolcarás en el sueño huyendo de nadie.

Niña rota, no te rindas, aunque tus ojos no brillen igual,

me encantan opacos, me encantan humanos,

recoge todos tus pedazos y empieza a reconstruir cada herida,

cada maldito recuerdo,

no te abandones pequeña,

no me abandones.

El espejo guardado siempre en el bolsillo de tu vestido

cobró vida con el tiempo,

con las confesiones,

con la autodestrucción.

Destrózame sin compasión niña,

no caigas de bruces a vislumbrar tu llanto en los pedazos de cristal resquebrajados,

destrózame y sé libre,

haz de sacrificarme en tu lugar,

es nuestro rito,

no tengas miedo,

que aunque tus ojos, aunque tu risa,

entre el bullicio, vislumbro un gran ser.

Por Jaimely Ortega

Poesía & Narrativa

Deja un comentario